“El problema de esta naturaleza, es que es gratuita”. Hélène Leriche, citada en el publi-reportaje Especial Biodiversidad, Liberación 29 de junio de 2010 

La biodiversidad está bajo reflectores. Basándose en las consecuencias irreversibles que afectan al mundo viviente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró 2010 “año de la biodiversidad”. El caudal de información está a su punto máximo. Su climax: el Convenio sobre la biodiversidad, emanado de la Cumbre de la tierra de Río en 1992, reunirá en octubre próximo, en Nagoya (Japón) los 193 Estados signatarios del Tratado. Esta 10a conferencia de las Partes (COP 10) [1] se desarrollará en Japón, en el Palacio de congresos de Nagoya. Se espera una presencia masiva de los grupos de presión. Bajo pretexto de conservación de la biodiversidad, se prepara un reencuadre completo de la estructura y las finalidades del convenio. Pequeña historia de una formidable impostura.

El concepto de biodiversidad no se limita hoy ya “a la diversidad de los seres vivos y de sus caracteres genéticos”. En un paralelismo perfecto con los servicios medioambientales de la OMC (Organización Mundial del Comercio), establecidos en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS) [2], se extiende “a todo el material” susceptible de ponerse en valor. Incluye no sólo las plantas, los animales, los genes, sino también los paisajes, los bosques, la captación y la filtración del agua, los conocimientos tradicionales, las culturas, la “sensibilización” del público, etc...

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Agnès BERTRAND, co-autora de « OMC, el poder invisible ». Fayard, 2002
Françoise DEGERT, periodista.

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Notes

[1] www.cbd.int/cop10

[2] L’Accord général sur le commerce des services constitue l'annexe 1B de l'Accord de Marrakech. Cf.

Marianne

fr.wikipedia.org/.../Accord_général_sur_le_commerce_des_services -

fr.wikipedia.org/.../Organisation_mondiale_du_commerce