Ver las sesiones de Guérande sobre los Bienes Comunes, AQUI

¿Cuántas personas de todo el mundo buscan una alternativa justa de la propiedad individual soberana, a la omnipresencia de las leyes de la competitividad y a la expansión ilimitada de los monopolios privados en la ocupación de la tierra y los recursos naturales?

Acaso no sentimos la urgencia de encontrar una solución sólida y duradera de las relaciones humanas, de propiedades y productiva inspiradas únicamente por el afán del lucro y de la competencia entre los individuos.

Probablemente hemos pensado, a veces, que esto era un sueño, una utopía.
Ya no lo pensamos después del encuentro de Guerande.

Ahora estamos seguros de que es más que posible: es in-dis-pen-sa-ble.
El fuego que ha prendido en este encuentro de Loire Atlantique nos ha calentado los corazones, pero también, y sobre todo, nos ha iluminado el espíritu.

Ha permitido de ver « más claro y querer vivir », como lo había escrito Emile Chanoux.

Lo entendimos dia a dia, escuchando nuestros frères, nuestros hermanos: así es como nos entendimos nosotros mismos.

Defender y reforzar los sistemas de gobernanza de los recursos naturales, de los pantanos à los arrozales, de los jardines urbanos à los pastos de pastoreos, del agua al plancton, a través del planeta entero, es un deber colectivo: tuvimos testimonios concretos, que podemos estudiar, practicar, corregir, mejorar, compartir.

Guérande no fue un coloquio científico, una sala de conferencia donde cuatro « desconocidos » se encontraron para discutir del sexo de los ángeles.
Fue el lugar donde lo vivido y la teoría se encontraron, el lugar donde entendimos que la economía y el derecho no son teorías abstractas o instrumentos de dominación y explotación: pueden ser herramientas par construir y estructurar nuevos sistemas de relación con la tierra, con la Pachamama, con el agua, con lo vivo del planeta.

Una relación espiritual, antes que material.

Los recursos naturales no son bienes materiales así no más, simples medios para solventar nuestros deseos. Son una componente irremplazable de nuestra propia condición humana: debemos acoger y entretener con ellos relaciones respetuosas, permitiendo así una repartición justa y preocupados por los intereses de las próximas generaciones.

Madre naturaleza, mar y naturaleza …
¿Sin embargo, cuantos son aun los que ignoran todavía esa regla básica?

Antoine de Saint-Exupéry lo sabia bien: « las personas mayores no entienden nada por si solas ». Habrá que ayudarlas.

Debemos unirnos para detener la conducta arrogante del hombre influenciado por su egoísmo, ciego por su ilusión de omnipotencia, violando de manera irresponsable las reglas fundamentales de su propia madre.

Como ya se ha producido en el pasado para el espacio físico y los recursos naturales, hoy es en la dimensión numérica y a través de la red que se repite la historia secular de la ocupación, de la apropiación, de los escondites que tiene el más fuerte en desmedro de la comunidad.
Ahí también, por suerte, el despertar, la organización y la movilización colectiva construyen barreras poderosas, gracias las nuevas formas de solidaridad comunitarias – de Wikipedia a los Creative commons – contra la barbarie de la explotación mercantil de las tierras comunes virtuales del saber ancestral, de la música, de la medicina tradicional, de las aplicaciones, de la genómica.

La partida ha empezado.
La lógica de la no-rivalidad tiene que mostrar sus cartas.

Sabe separar los bienes privados individuales de lo que pertenece a la comunidad, identificando correctamente a los usuarios, sus derechos y sus responsabilidades. Permite un acceso desde el exterior al que acepta la regla común, se moderniza y se adapta frente a los desafíos y a los cambios exteriores, sean climáticos o económicos.

Es el mejor activo frente al pensamiento único de la competición y de la financiarización omnívora. Tiramos todos juntos la lección de los conflictos en que todos son testigos en sus países. La cronica nos ilustra, día tras día, las consecuencias dramáticas, sobre todo en términos de agotamiento de los recursos.

Vamos entonces a escribir juntos las reglas de una nueva convivencia económica, fundada sobre una experiencia milenaria para una solidaridad activa, salvadora, portadora de alegría y de esperanza.
Articularemos asi nuestra nueva gramática (¿hay que decir gramática, gran madre, o gran mar?) común; la de la humanidad que vuelve a aprender a comportarse, a mantenerse en los limites que la naturaleza le asigna.

El hombre de las montañas que soy no puedo sino desear -y de alegrarse de trabajar con ustedes- que un efecto “bola de nieve” se dé a partir de este extraordinario momento de despertar y de reflexión.
Para que esta primera convergencia de experiencias de gestión de commons, maravillosas pero también, como lo vimos, trágicas por los ataques que el bien ha vivido, haga crecer de manera exponencial la reorganización de la oikonomia, la economía global tan bien explicada por Pierre Calame.

Manejando lentamente por una larga pendiente llena de nieve, la pequeña bola va a crecer.

Poco a poco a medida que ruede, engorda cada vez más.

La fuerza de esa bola minúscula es inmensa, cuando llega en el final de la pendiente.

Roberto Louvin
Licenciado en derecho de la Universidad de Turín (Italia) Fue militante de las juventudes de Val d'Aoste y de la Union de Val d'Aoste. Elegido diputado regional en las elecciones de 1998. Tras la dimisión de Dino viréis, fue nombrado Presidente del Valle de Aosta. Es también uno de los promotores de la fundación de la Universidad donde es profesor de derecho comparado.